—¿Quieres saber la diferencia entre Lo y yo? —indaga, apoyándose en el tocador, indiferente y prepotente a la vez.
—Claro.
—¿Recuerdas la fiesta de Halloween? Lo robó el alcohol de la casa y le costó admitir que lo había hecho. Antes de soltarlo, se pasó cinco minutos diciendo a aquellos tipos lo imbéciles que eran. No resultó nada divertido, sobre todo cuando le dijo a Matt que los tipos como él no valen para nada en la vida. Que son una mierda, y siguen siéndolo hasta que mueren. Fue frío y mezquino.
Me duele el pecho porque creo cada una de sus palabras. He visto como Lo se ensañaba con compañeros en la escuela de secundaria hasta hacerlos llorar, no porque eso le hiciera sentirse mejor, sino porque hacer sufrir primero es su mayor defensa.