Adriana Riva

  • Flor Ottonehas quoted2 years ago
    cuando terminábamos de cenar, mientras los grandes hablaban de negocios, los más chicos nos íbamos hasta el farol de la esquina, que se llenaba de escarabajos. Alumbrados bajo ese cono de luz, con un palito, dábamos vuelta a los que caían al piso y los mirábamos patalear en el aire. Eso era todo, no necesitábamos nada más. No te preguntabas ni te cuestionabas nada. Eso era la felicidad. Solo que no lo sabías.
  • Pato Pereyrahas quoted2 years ago
    Somos fantasmas de nuestros antepasados. Nadie puede salvarse de ellos. Nadie en absoluto.
  • mecalcaghas quotedlast year
    No creo que te buscasen siempre última, seguro fue solo una vez que te quedó grabada —me cortó Lucas, con la boca llena de flan.
    Quizá tuviese razón. ¿Cuántas veces se repite el pasado
  • b5263689718has quoted8 days ago
    me había aplastado tres vértebras dorsales:
  • b5263689718has quoted2 days ago
    Desde que murió papá, mamá está esperando que la alta alcurnia con la que se codeó los últimos treinta y cinco años la destierre a Siberia. Espera que le bajen el pulgar, que le corten la cabeza, que el teléfono deje de sonar y se acaben las invitaciones a un vernissage, una cena a beneficio, un aniversario. Lleva toda su vida confusa acerca de quién es.
  • b5263689718has quoted2 days ago
    pisando una punta sobre la otra,
  • b5263689718has quotedyesterday
    Eran tal para cual.
  • b5263689718has quoted21 hours ago
    no lo hacemos ahora no la hacemos nunca —digo, mientras pongo el auto en marcha para poder encender la calefacción.
  • Flor Ottonehas quoted2 years ago
    Cuando salía del sanatorio, justo antes de que me subiesen a la ambulancia, acostada en la camilla, alcancé a ver las copas de los árboles y el cielo. Fue la primera vez que lloré desde mi caída, emocionada ante una belleza que damos por sentada.
  • Flor Ottonehas quoted2 years ago
    .

    Esa noche, Juvencia me vio tan triste que los ojos se le empañaron, pero como era una mujer orgullosa ni pestañeó. Se quedó conmigo la noche entera, murmurando en mi oído un cuento interminable de un cañaveral y un zorro, en el cual se repetían como una cantinela unas frases que hasta el día de hoy recuerdo de memoria: Poraviomosarambikavaju para, hákatuñandeha’eñaínañaha’ãva (el destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos).
fb2epub
Drag & drop your files (not more than 5 at once)