Con la carta final del Tarot, El Mundo, el sí-mismo, ahora totalmente realizado, se encarna como un grácil danzarín. Aquí, todas las fuerzas contradictorias con las que hasta ahora ha tenido que enfrentarse el héroe aparecen juntas en un mundo. En esta última figura del Tarot, el sentido y el sinsentido, la ciencia y la magia, el padre y la madre, la carne y el espíritu, todos están juntos en una armoniosa danza de puro ser. En las cuatro esquinas de esta carta, cuatro figuras simbólicas parecen testimoniar este último milagro.