Habitualmente, los colonizadores europeos que han pretendido suplantar o dominar a poblaciones autóctonas, ya sea en América, África, Asia o Australasia (o en Irlanda), se han referido siempre a ellas en términos peyorativos. También han afirmado sistemáticamente que la población autóctona saldría ganando como resultado de su gobierno; así, la naturaleza «civilizadora» y «progresista» de sus proyectos coloniales ha servido para justificar cualesquiera atrocidades perpetradas contra las poblaciones autóctonas para lograr sus objetivos.