En contraste con estas iniciativas lideradas por las élites, la insatisfacción popular ante el apoyo británico a las aspiraciones sionistas estalló en manifestaciones, huelgas y disturbios, con diversos brotes de violencia de intensidad creciente producidos sobre todo en 1920, 1921 y 1929. En todos los casos se trató de estallidos espontáneos, a menudo suscitados por la provocación de grupos sionistas. Los británicos reprimieron las protestas pacíficas con igual dureza que los episodios violentos, pero el descontento popular árabe continuó. A principios de la década de 1930, diversos elementos más jóvenes y cultos de clase media y media baja, impacientes ante la falta de resultados del planteamiento conciliador de las élites, comenzaron a emprender iniciativas más radicales y a organizar grupos de carácter más combativo. Entre dichas iniciativas se contaron la creación de una red de activistas en todo el norte del país por un predicador itinerante de origen sirio y establecido en Haifa, el jeque Iz al-Din al-Qassam (también transcrito como Izzedin al-Qassam), que preparaba clandestinamente un levantamiento armado, y la fundación del Partido Istiqlal (Independencia), cuyo nombre no deja lugar a dudas sobre sus objetivos