Raquel Maresma

lo que parecía una virtud acabó por transformarse en su calvario:

cuanto más intentaba controlar lo incontrolable, más enfermaba de una tristeza que se hacía difícil traducir en palabras, pero que se adivinaba en su mirada apagada y que se había adueñado de la expresión de su rostro, cada día más desencajado

De ninguna manera puede concebirse como la suma de dos personas; es mucho más que eso, si la entendemos como un sistema con componentes que interaccionan, que intercambian no solo palabras, sino ideas, pensamientos, emociones, sentimientos, ideologías, gustos, y que están dispuestos tácita o explícitamente a negociar en pos de una unidad: la unidad del sistema pareja

La pareja es un sistema autogobernado por reglas que se desarrollan, evolucionan y se instauran a través del tiempo por medio de ensayos y errores (Minuchin, 1979

deprimido», con toda la connotación caótica que posee este concepto.

Pero esta patología, además de los rasgos mencionados, posee otros signos que la conforman, como la apatía, la desgana, la inapetencia sexual, la estrechez de miras con respecto al futuro, la limitación de los proyectos, el empobrecimiento de las relaciones sociales, la inafectividad, etc., hasta llegar a elementos melancólicos y con tentativas de suicidio;

Lo que justamente nos enamoró de la otra persona se convierte, tiempo después, en aquello insufrible que resulta el motivo principal de nuestras divergencias.

trabajó para que entendiera que su posición de víctima de la situación, al sentirse en medio de las disputas entre su familia y su pareja, era en realidad una postura que le daba mucho poder:

con el amor no basta, si no somos conscientes de la forma en que nos relacionamos con nuestra pareja.

Si no amamos al otro en totalidad, las fracciones que nos enamoran al inicio y que forman la complementariedad no llegan a permanecer en el tiempo. Sencillamente porque en la vida se cambia: los ciclos evolutivos, las experiencias, la historia, el nacimiento de los hijos, los cambios de trabajo, las mudanzas, todos estos son elementos que modelan y reestructuran la percepción de las cosas, entre ellas, la pareja. A veces se trata de un cambio radical de escalas de valores, de creencias, de gustos.

La pregunta es, entonces, la siguiente: si amar al otro en su totalidad es una falacia, ¿por qué hemos de creer que las razones por las que elegimos al otro en un momento dado de nuestra vida deben mantenerse a lo largo del tiempo? Cabe preguntarse qué es lo que me enamora del otro hoy, después de veinte años de relación.