Reconózcanlo: este conjunto de incrédulos, eternamente descontentos de los demás y de ellos mismos, vive mejor que la inmensa mayoría de los habitantes del planeta. Muchos de nuestros contemporáneos, mejor abastecidos en materia divina, nos envidian. La ausencia de Dios ha permitido esbozar una existencia volteriana en la que las libertades más diversas cohabitan, es decir, una existencia tolerante. El antieuropeísmo actual, ascendente en los cuatro rincones del continen