Y por cierto que a mí, cuando dirigía la mirada a varones extraordinarios y dotados de extraordinario talento, muy frecuentemente me pareció digno de estudio el por qué ha habido más hombres admirables en cualquier otra cosa que en la oratoria. Pues a donde quiera que dirijas el espíritu y la reflexión, podrás ver en cualquier ámbito —y no en el de artes de poca monta, sino en el de las de mayor fuste— a [7] muchísimos que descuellan. ¿Pues quién hay que —si pretende medir los méritos de varones famosos con la utilidad o importancia de su actuación— no vaya a poner a un general por delante de un orador? ¿Y quién por otra parte va a dudar que tan sólo de esta ciudad podemos presentar ilustres generales casi sin cuenta, mientras a duras penas unos pocos que descuellen en la oratoria?