plantea una crítica a la normatividad de lo personal, de lo íntimo, de los vínculos afectivos, cercanos, cotidianos. Partiendo de la tradicional oposición explícita al Estado, a la Iglesia, a la autoridad y al yugo jerárquico de las élites políticas, religiosas y económicas, se transita a otro paradigma que sitúa el foco del reproche en los ejes de poder representados por el patriarcado y el sistema social actual basado en la familia nuclear heterocéntrica reproductiva y en el sistema monógamo normativo.