Javiera Paz

—No, puedes encandilarte con mi hermosura.

—Es que me sorprende que ni siquiera te fijas en los chicos que se quedan mirándote, ¿acaso ya te has muerto? —hizo una pausa dramática mirándome, pero al ver mi expresión, continuó—. Bueno, de todas maneras, son tus decisiones.

Puede haber muchos por ahí que pueden hacerte más feliz que él.

La miré en silencio un tanto asqueada, todas las chicas veían en mi hermano un adonis, un Dios griego, pero definitivamente yo no le veía nada de guapo a ese fenómeno.

Jamie era la hiperactiva y agresiva. Podía ser la chica más agradable de la escuela cuando quería serlo, claro, pero cuando tenía que resolver algún problema, no dudaba en hacerlo a golpes.

Hay veces que la vida te golpea con fuerza, pero estoy aquí y no me iré a ningún sitio

¿Y qué quieres? ¿Que duerma encima de ti? —contestó sin más.

No sonaba mal.