lo sabía, pero fue lo que evitó su suicidio. Había ideado su propia vida, corta, pero ya intensa, al margen de la realidad. Porque Violeta seguía pensando en la muerte como un recurso a su alcance, para cuando no lo quiera soportar más, para cuando la tristeza me duela demasiado; siempre podía esperar “a ver qué pasa mañana” —pensaba.