Beca Aberdeen

Al menos no tendré que irme a vivir un año a Saturno. Viviré en la calle.

—¿Has llegado a aceptar su propuesta?

—No lo hemos hablado porque he perdido el conocimiento antes.

—¿Vas a hacerlo?

Trago saliva. Por alguna razón, su pregunta me ha puesto muy nerviosa.

—Claro que no, es una locura.

—La locura sería rechazar a ese tipo. Tiene un Bentley.

—¿Cómo lo sabes?

—Me he hecho un selfi con él en el aparcamiento. Quería que fuera a tu casa para traerte tus cosas, pero le he dicho que eres una chica de las Highlands y que puedes sobrevivir con el culo al aire a menos diez grados.

—¡No te creo!

No sé por qué me horroriza tanto la idea, ya que no es mentira.

Brodie se ríe.

—Te gusta.

—Le he conocido esta mañana.

—¿Qué más necesitas saber? ¿Te he dicho que tiene un Bentley?

—No sabía que eras tan materialista.

—Lassie, mi extensa experiencia en el ámbito de las relaciones me indica que ese tipo moja bragas por donde va, y lo haría aunque fuera tan pobre como mi Lucy. Estaba tan preocupado por ti que te ha traído a un hospital privado, es detallista, está forrado y quiere darte duro contra el asiento de cuero de su cochazo… ¿Qué dios supera eso?

Abro la boca sin saber bien qué responder y un tanto desconcertada ante las mariposas que empiezan a revolotear en mi estómago con la imagen que ha planteado Brodie.

—Bueno, yo puedo superarlo, pero ya te rechacé educadamente cuando nos conocimos.

—Ya se me ha pasado la decepción —bromeo distraída.

—Me alegro. —Me planta un beso en la frente y por un instante me imagino cómo sería recibir un beso así del señor Thompson. Christopher.

Sacudo la cabeza intentando apartar la fantasía, o, más bien, la extraña sensación que ha provocado en mi cuerpo.

—¿Qué ponen de comer en un sitio así? —Brodie se frota la barriga y pulsa el botón para llamar a enfermería.

—No hagas eso, van a enfadarse si llamamos para nada.

—No creo, esto es como un hotel —argumenta él despreocupado.

—Podría haberle pasado algo grave hoy, señorita Abernathy —precisa la doctora cuando pregunto si ya puedo marcharme—. ¿Quién es su endocrino?

—No tengo uno —suelto antes de darme cuenta que era mejor no haberle proporcionado ese detalle—. Bueno, está el señor McGregor, quien me atiende desde que empecé con todo esto.

—¿Señor McGregor? ¿En qué clínica trabaja?

—En mi pueblo, en Glasgow.

La doctora abre la boca incrédula.

—Señorita Abernathy, necesita un especialista al que pueda visitar con regularidad. Puedo recomendarle varios profesionales de renombre.

—Claro, empezaré a vender cocaína para pagarlo.

¿Cuándo detienes una negociación?

Brenna

Cuando veo que todo lo que digo empieza a rebotar contra mí, como si mis palabras fueran una pelota y golpearan la pared que tengo enfrente. Sí, mamá, lo digo por ti.

Tengo una pregunta —intervengo, tras unos momentos de conducir en silencio por un barrio de pisos lujosos de nueva construcción—. En una escala del uno al diez, ¿cómo de decepcionado estás de que Matched me haya escogido?

Él me echa un vistazo rápido y gira hacia una calle más iluminada.

—¿Decepcionado?

—Cualquier otra mujer hubiera caído rendida a tus pies sin rechistar.

Christopher reflexiona sobre mis palabras durante un instante.

—Sabía que serías el tipo de persona que no se da por vencida. Matched no hubiera elegido a alguien sumisa y complaciente para mí. Me gusta la pasión en mis mujeres.

«Mis mujeres», en plural.

—¿Qué más?

—La aplicación sabe que perdería el culo por una persona decidida, segura, inteligente y luchadora.

Quiero acciones de S4L —comienzo—. No pienso salir de todo esto siendo tan pobre como Lucy.

—¿Quién es Lucy?

—La rata de Brodie.

Christopher se deja caer hacia atrás en el sillón, coloca una mano encima de la mesa y alza una ceja. Es un hijo de puta sexi.

—¿Tu amigo tiene una rata?

—En realidad, ella lo tiene a él. Ya estaba en la casa cuando él llegó.

Christopher no responde, pero parece divertido.

—No volverás a tener problemas económicos en tu vida. Incluso si nos separamos. Prepararé los documentos para la transferencia de acciones.

—Vamos, tu chico nos espera en el Ártico —me informa—. A ver si el hielo puede enfriar vuestro fuego.

Tu grupo favorito quiere cantar una canción compuesta por ti. ¿Sobre qué sería?

Brenna

Ya lo han hecho. Blur con Coffee & TV. No sé por qué, pero, desde que la escuché por primera vez, sentí que iba sobre mí.

Christopher

Sobre la amistad verdadera.

¿Cuál es tu recuerdo más preciado de la infancia y por qué es tan especial para ti?

Brenna

El día que mi abuelo me regaló la bicicleta roja. Porque me sentí importante para él. Nunca me habían dado nada tan caro. Además, me permitió huir de mis hermanos a mayor velocidad.

Christopher

Aquel viaje en familia a Disney World.

—Ya. Pero no todo lo que es genial se puede poner en práctica. Semejante proyecto llevaría años.

—Muy bien. Que salga cuando nuestros niños sean capaces de leer —me burlo.

—¿Sabes? Soy bastante rápido cuando me lo propongo. Deberíamos empezar a trabajar ya en la parte de concebirlos.

—Ya quisieras —farfullo entre dientes.