Conforme su funcionamiento se prolongó, adquirió un nombre propio (dmokratía: gobierno del dmos, por él, o, de manera más literal, fuerza o poder en sus manos; es decir, del pueblo como un todo o, a los ojos de sus enemigos, del vulgo o de aquellos que no eran nobles —que no eran eupátridas—); también se elaboró una forma institucional en desarrollo que expresara esa forma de gobierno y un sentido cada vez más profundo de su propia identidad y su razón de ser