Llevaba tiempo intentando comprender por qué cuando las mujeres expresan sus ansiedades sobre el futuro —sus «yos temidos», como los denominaron Hazel Markus y Paula Nurius— suelen irse directas a la vagabunda loca (y a su «hermana», la loca de los gatos). A menudo se dice en broma, pero el chiste está demasiado generalizado como para qué no sea indicativo de algo. ¿Por qué, de todos los destinos posibles, éste resulta más aterrador que el resto?