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Jorge Ibargüengoitia

  • aicirtaPhas quoted2 years ago
    Arrastrado por un impulso generoso de romperle, como se dice vulgarmente, el hocico, al tantas veces mencionado con antelación, di un paso hacia la salida.
  • Tess Pedrohas quoted10 months ago
    La afluencia de forasteros en busca de placeres que estaban prohibidos en otras partes actuó como estímulo para los hombres que vivían en San Pedro de las Corrientes, y los impulsó a frecuentar más los cabarets. “Los hombres son como las moscas”, dice Serafina, “mientras más ven que se juntan, más se juntan”.
  • Lilián Carrascohas quotedlast year
    No recuerdo de qué hablamos. Pero si la conversación se ha borrado, las interrupciones, en cambio, quedaron grabadas indeleblemente
  • martehas quotedlast year
    El joven de porvenir me parecía despreciable, pero me daba envidia.
  • martehas quoted9 months ago
    Los más interesantes no los incluí en la lista, como las Confesiones del Barón Freihauff, que me hubiera querido robar para dárselo a Malagón, o la Denuncia del onanismo, del padre Barrutia, o un manual con cien modelos de cartas de amor, garantizados, decía la primera página, en provocar novedosas pasiones.
  • martehas quoted9 months ago
    laurel de la India frondoso
  • martehas quoted9 months ago
    Percy Faith —su cultura musical era muy limitada—, una noche quemó incienso y después tuvimos que ventilar la casa. Un miércoles abrió la puerta completamente vestida.
  • martehas quoted9 months ago
    La comida fue excelente. Sopa de nopalitos en caldo de chile cascabel, pescado blanco del lago de Pátzcuaro, rebozado, tortolitas en salsa de almendra, queso de Flandes y café. La conversación fue un desastre
  • martehas quoted9 months ago
    Una muchacha decente tiene que ver inmoralidades en el cine, porque hay cosas que es indispensable saber.
  • Daniel Trejo Martínezhas quotedlast month
    Carlitos se interesó en la cajita como antigüedad, pero advirtió que aquellas pastillas eran contraproducentes, yo agité la caja y me di cuenta de que lo que tenía adentro no eran pastillas, Espinoza la sospechó de estar llena de liendres, Malagón dijo que aquella caja era propiedad privada y que no teníamos derecho de quedarnos con ella ni de abrirla, por ser ajena y por consiguiente, sagrada.

    Dicho esto, abrimos la caja.
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