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Alessandro Triacca Sánchez

  • LADY BIRDhas quoted6 months ago
    Es una cosa seria
    tener veintisiete años
    en realidad es una
    de las cosas más serias
    en derredor se mueren los amigos
    de la infancia ahogada
    y empieza a dudar uno
    de su inmortalidad
  • Juana Osnayo parihas quoted2 years ago
    El secreto está en la tortilla
  • maurimaohas quoted10 months ago
    Siempre me reconforta ver a adultos que se comportan peor que yo.
  • maurimaohas quoted10 months ago
    la sección de frutas y verduras hice la tradicional maniobra que llevo meses perfeccionando en Píter, es decir, sostener discretamente los pepinos por un extremo a la hora de pesarlos en la báscula. Se trata de un método infalible, en
  • maurimaohas quoted10 months ago
    particular para frutas y verduras fálicas como plátanos, calabacitas y zanahorias, que son más fáciles de manipular sobre la báscula (tome nota, Lector Postrero, de este sabio consejo: en el caso improbable de que algún empleado se percate del error a la hora de pagar, uno siempre puede culpar a la báscula). Claro que también hay que ser precavidos para no levantar sospechas. Como dirían los presidentes mexicanos: hay que saber robar.
  • Elena B.has quoted9 months ago
    Johnny Cash y Bob Dylan

    musica

  • Elena B.has quoted9 months ago
    temible karten kontrolleur!, quien de inmediato nos solicitó que manifestáramos nuestros tickets de transporte. ¡Blyat! Yo me hice el turista y dejé a Di a cargo de la negociación, con la esperanza de que su afamado talento para el embuste nos ayudara a salir del paso, puesto que la infracción en estos casos asciende a una cifra millonaria, impagable, más de cincuenta euros.

    Supe que el panorama se ennegrecía cuando vi que Di pasó rápidamente de las carcajadas a las recriminaciones, apuntando insistentemente con la mano al pecho del Wómbat, quien nos obligó a bajar
  • Elena B.has quoted9 months ago
    con todo y congas en Moritzplatz, es decir, tan solo a una parada de distancia de nuestro destino final. Maldita sea. Ya en el andén nos pidió nuestras identificaciones y yo procedí obedientemente a entregar mi pasaporte azteca, ni modo, pero Di agitó la cabeza como recriminándome una aberrante estupidez. Durante los segundos que el Wómbat invirtió en hojear mi pasaporte, tratando de encontrar la hoja con mi horripilante foto, noté que Di se había hincado y hurgaba algo por debajo de las congas, como si su identificación estuviera alojada ahí dentro, lo cual me pareció muy extraño, o sospechoso, porque además Di me lanzaba unas miradas intensas y furtivas, alzando las cejas como para transmitirme un mensaje en clave morse. Chto? Entonces Di se puso de pie intempestivamente, cargando las congas desde la base, y acto seguido soltó un contundente manotazo con el cual mató dos pájaros de un tiro, es decir, le arrancó mi pasaporte al Wómbat y mandó por los suelos su terminal bancaria, la cual se estrelló dolorosamente contra el piso dejando al descubierto sus entrañas de cables y microchips. ¡Blyat! Su gesto me tomó tan desprevenido que por instinto me agaché para ayudar al bigotón a recoger su difunto aparato, pero cuando alcé la vista, vi que Di ya estaba subiendo de tres en tres los escalones hacia la salida, con las congas rebotando por la espalda, y el saberme abandonado y cómplice me infundió tanto pánico que yo también me eché a correr por el andén en dirección contraria, hacia las otras escaleras, mientras atrás de
  • Elena B.has quoted9 months ago
    el pobre Wómbat hacía sonar un silbato y gritaba cosas terribles que no pude descifrar porque corrí como nunca antes, dando zancadas de gigante, mis piernitas chatas apenas tocando el piso, con una taquicardia explosiva en el pecho. Ya en la calle seguí corriendo y atravesando cuadras sin fijarme en los coches ni en los peatones hasta perderme por unos rumbos desconocidos y residenciales, hasta quedar sin aliento, hasta resguardarme en una tienda de ropa usada, y solo ahí, ya dentro de la tienda, me percaté con horror de que todavía tenía entre mis manos la terminal del delito. ¡Blyat! Afortunadamente la tienda era grande y pude disimular y ganar tiempo, media hora, dizque viendo camisas y pantalones. Al final, terminé por adquirir un gran sombrero de copa, negro y elegante, el cual costaba tan solo un euro porque tenía unos agujeros considerables, si bien lo importante era que ahí dentro podría disimular el aparato roto sobre mi cabeza. Salí caminando así, conspicuamente disfrazado como el Sr. Monopoly y mirando en ambos lados de la calle para detectar cualquier movimiento sospechoso. Luego tomé un atajo por el Görlitz para evitar las inmediaciones del metro y no tardé mucho en reconocer a lo lejos el inconfundible tum-tum-tum junglesco de las congas. Me dejé guiar por el oído y encontré a Di en el valle principal del parque, claro, ofreciendo una exhibición frenética de percusión, acompañado por otros varios sujetos con tambores y bongos y ukuleles porque, ya sabemos, Dios los hace y ellos se juntan. Di se mostró
  • Elena B.has quoted9 months ago
    el motivo de un viaje es transformar la mirada, entonces el motivo del exilio es transformar la perspectiva, es decir, el lugar a partir del cual luego se desprende la mirada.
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