Esta mezcla de comicidad y anarquismo que escande la continua expansión del reino es parte integrante del proyecto, que no quiere ser “solo un proyecto de arte”. Por un lado, entonces, la ocupación de las fronteras, que al ser instrumentos para separar territorios o estados (físicos o mentales) son al mismo tiempo vetas, zonas intersticiales de este omnipermeable sistema de taxonomía política, social y mental que reglamenta nuestras existencias. Por otra parte, la instauración de un régimen monárquico dictatorial que, sin embargo, vale solo por sí mismo. Porque el objetivo de Elgaland-Vargaland es “expandir los territorios físicos del Estado provocando la división fractal y repetida de todos los otros Estados existentes en territorios poblados por individuos”, y al mismo tiempo “unificar la Tierra en un solo Estado”.