¿Qué ha pasado entre aquella intimidad y él, que ahora se estrella contra un libro-acantilado mientras nosotros tratamos de comprenderlo (es decir, de tranquilizarnos) incriminando al siglo y a la televisión..., que tal vez olvidamos apagar?
¿Culpa de la tele?
¿Demasiado visual el siglo XX? ¿Muy descriptivo el diecinueve? ¿Y por qué no el dieciocho muy racional, el diecisiete muy clásico, el dieciséis muy renacentista, Pushkin muy ruso y Sófocles muy muerto? Como si las relaciones entre el hombre y el libro tuvieran necesidad de siglos para distanciarse.