Santa Teresa de Jesús

treinta y tres años

Muy apacible y de harto entendimiento.

para siempre, siempre, siempre! En pronunciar esto mucho rato era el Señor servido me quedase en esta niñez imprimido el camino de la verdad.

Comencé a ponerme vestidos que llamaran la atención por su belleza, deseando parecer hermosa, cuidando mucho de mis manos, mi cabello, mis perfumes y todas las vanidades que podía tener, que eran muchas porque era muy escrupulosa con el aseo.

Porque si en esta edad hubiera tenido quien me enseñase a temer a Dios, el alma hubiera tomado fuerzas para no caer.

Porque siempre he tenido en mucho el dar contento a otros, aunque a mí me provocara pesar;

Y muchas veces, no era necesario más que abrir el libro. En ocasiones leía poco, otras mucho, conforme a lo que el Señor, en su bondad, me hacía.

Muchas veces he pensado maravillada en la gran bondad de Dios, y en lo que ha gozado mi alma de ver su gran magnificencia y misericordia.

cómo Él saca bienes de los males, según se verá en una cosa que le acaeció en este lugar al que fue a curarse.

Lo que era pecado venial me decían que no era pecado, lo que era gravísimo pecado mortal, que era venial.