Pero se echaron a temblar cuando ante ellos apareció otro milagro: un montón de tubos que brotaban de un cubo donde hervía una espuma negra, cerebral, llena de estrellas; de esta especie de chimeneas emanaba humo. El humo cuaja en esferas temblorosas, efímeras, que giran por el aire suavemente, pues todas son planetas de verdad, con pueblos y reyes, con flora y fauna, con leyes incomprensibles, con historias sangrientas, con inventos, con genios, señores y esclavos, con enfermedades, con cristales… Todas, todas confían en ser inmortales, pero finalmente todas estallan como pompas de jabón, pues la mentira, la tiranía y la estupidez acaban por vencer a la verdad y la destruyen.