Sin duda es necesario verbalizar la experiencia psicodélica. Es irresistible tratar de describir y sintetizar las visiones, sensaciones y emociones de la vivencia alterada. Es algo parecido, aunque más complicado, a tratar de recordar un sueño, reconstruir sus partes, su lógica, su contexto y sus protagonistas, que invariablemente son cambiantes. Al tratar de contar y dar sentido a lo experimentado nos estamos protegiendo, separando el estado psicodélico de la realidad mediante mecanismos lingüísticos, y eso siempre, aun en el caso de los grandes autores, es un desafío. Al relatar nos apoderamos de la experiencia, tratamos de dominar su intensidad y su poder oculto.