Llegamos tarde a todo
Llegamos tarde a todo.
Nadie nos esperó.
Todo era viejo
(hasta lo nuevo era viejo).
Todos ya habían nacido
o habían muerto,
y las cosas del mundo
tenían una sábana blanca encima,
como los muebles de una casa abandonada.
Se escuchaban
rumores de otros tiempos,
aparentemente mejores.
Y ya no había dinosaurios
ni unicornios
ni ornitorrincos.
Llegamos tarde a todo
y nadie nos esperó
para ser expulsados del paraíso
ni para subir al arca de Noé.
Llegamos tarde;
cuando las sirenas ya habían cantado,
cuando los peces se habían multiplicado
y la cruz de Cristo era una silla.