Pablo Duarte

  • Sergio Beltránhas quoted2 years ago
    Cada campeonato arranca de vuelta en la infancia y nos recuerda que a veces es mejor envejecer en mundiales que en sexenios
  • Jesús Pérez Esquivelhas quoted2 years ago
    porque en la tierra donde el águila se comió a la serpiente ser patriota significa honrar a los perdedores
  • Jesús Pérez Esquivelhas quoted2 years ago
    El PRI había logrado a expensas de su férrea disciplina lo que en futbol jamás sería posible; alzar la copa cada seis años, cada vez que se le diera la gana y pasando por encima de cualquier rival.
  • Jesús Pérez Esquivelhas quoted2 years ago
    País tan grande, pretendido gigante regional, por qué habría de buscar fogueo si en la región ya somos excelentes.
  • Jesús Pérez Esquivelhas quoted2 years ago
    Quizá podríamos ofrecer una explicación inverosímil, y no por ello menos precisa: el futbol mexicano padece no de gigantismo sino de una desmedida adolescencia.
  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    El Estadio Azteca, aquel enorme mastodonte de cemento cuyo esqueleto imbatible continúa aún de pie, se inauguró en mayo de 1966 vía un partido entre los equipos América, de México, y Torino, de Italia. Su diseño y creación provenían del mismo arquitecto y patriarca político que imaginara también el Museo Nacional de Antropología y la Basílica de Guadalupe: Pedro Ramírez Vázquez. Este hombre, presidente del comité organizador de los Juegos Olímpicos de 1968, creador de los más importantes templos mexicanos en donde albergar la historia, la religión y el circo, fue también el artífice del Estadio Cuauhtémoc, de Puebla, coliseo que comenzó a ver acción pelotera en su campo sólo cuatro días después de la violenta represión y masacre en contra de los estudiantes universitarios que se concentraron en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. La sangre y la odisea olímpica; la tiranía paternal de un partido político, y el futbol mexicano que se consagraba a través de la epopeya de un Mundial que habría de debatirse entre dieciséis selecciones internacionales. Túmulos y festones; marabunta patriotera, olímpica y mundialista. ¿Y a nosotros, habitantes del fervor deportivo y de la hazaña guerrera, qué nos importaban las revoluciones?
  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    El contagio tomaba las más diversas direcciones; cada cinco minutos el tránsito se detenía y del interior de cientos de automóviles descendían los hinchas para llevar a cabo una arenga, lanzar porras a su selección, abrazarse con otros fieles desconocidos, festejar codo a codo con los peatones, lanzar a un perro por los aires, treparse al toldo del carro, levantarse la falda y mostrar los calzones tricolores: Avándaro en Calzada de Tlalpan, y sin marihuana ni rock and roll. ¿Cómo puede olvidar todo eso un niño? No hay manera.
  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    El PRI había logrado a expensas de su férrea disciplina lo que en futbol jamás sería posible; alzar la copa cada seis años, cada vez que se le diera la gana y pasando por encima de cualquier rival. En contraparte, la selección mexicana había, en Uruguay 30, disputado ante Francia el primer partido de la historia de los mundiales y perdido cuatro goles a uno.
  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    Enrique Borja, anotador de un gol cuatro años antes, en Inglaterra 1966, nos llevaría, pensábamos, atados a su nariz de historieta hacia un lugar envidiable y meritorio en el Mundial de México. No lo hizo, pero el sexto lugar obtenido en 1970 dejó complacidos a los aficionados de la fiesta y la derrota unidas: a los adictos al grito de la angustia y el desfogue funesto y desolador.
  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    ¿Y entonces? La decepción, la pinche decepción que hoy, casi cincuenta años después, se ha tornado una constante en los mundiales de futbol: la misma empresa mediática que se adueña de la idea de una «selección nacional», la misma federación de futbol, su matrimonio y hegemonía, su misma y contundente capacidad para fracasar en el deporte y ganar en los negocios y en el entretenimiento.
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