Fue muy tardíamente (a comienzos de la década de 1990 en Francia, en los Países Bajos, en Suiza y en Inglaterra) cuando la legislación autorizó a las mujeres a demandar a su cónyuge por violencia sexual. En Francia, desde la ley de 2006, una violación (definida como un acto de penetración cometido mediante el uso de violencia, amenaza o sorpresa) se ve agravada si el autor es el marido o el compañero de la víctima. Pero dentro de la pareja existe una amplia gama de actos violentos, cuya finalidad es la dominación y la sumisión del otro: insultos reiterados, intimidación, acoso, chantaje afectivo, presión psicológica, amenazas a los hijos, relaciones sexuales forzadas, bofetadas, golpes, maltratos, etcétera.