El 22 de diciembre de 1585 nacía en la aldea de Weigelsdorf, en Silesia, Christoph Müller, un niño al que le creció un diente (un molar inferior izquierdo) de oro. Aunque se estimó que fue a los dieciocho meses cuando le apareció tal pieza dentaria, la noticia no se difundió hasta 1593, cuando contaba con ocho años. Estudiosos, médicos, filósofos y curiosos de la época corrieron a investigar el caso y así poder contar esta maravilla al mundo a través de libros y escritos. Uno de los que más empeño puso en explicarlo fue Jakob Horst, profesor de Medicina en la Universidad de Helmstedt, quien contactó con la familia del niño y le realizó a este una sencilla prueba que consistía en frotar sobre la pieza con una piedra de toque de las utilizadas en orfebrería para contrastar la autenticidad y la calidad de metales preciosos. Horst realizó la prueba y la piedra quedó marcada; por tanto, no había dudas, el diente de oro era real, aunque, por el trazo de la marca, el profesor pudo precisar que se trataba de oro de baja calidad. En 1595, Horst publicó un tratado de ciento cuarenta y cinco páginas sobre el caso, que tituló De Aureo dente maxillari Silesii pueri (‘Del diente de oro del niño de Silesia’). Era tal el entusiasmo que le puso al tema que incluso atribuyó el origen del hecho a factores sobrenaturales. En su obra señalaba que el 22 de diciembre de 1585 coincidía con el solsticio de invierno y además se había producido una inusual alineación de los planetas. En el momento del nacimiento de Christoph, el Sol se hallaba en la constelación de