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Slavenka Drakulic

  • Adal Cortezhas quoted2 months ago
    Recuerda que su mejor amiga, Helena, le escribió diciéndole:
    Creo que las mujeres guardan más tiempo el recuerdo de esa época maravillosa que llamamos juventud y, de forma inconsciente, quieren que las cosas permanezcan inalteradas... Los hombres siempre se adaptan mejor al presente.
  • Adal Cortezhas quoted2 months ago
    Pero, en cuanto se tranquiliza y tiene la esperanza de coger el sueño, los recuerdos la asaltan de improviso. En su interior se ha acumulado tristeza para varias vidas.
    El pasado es un poso del que no se consigue librar.
  • Debora Salamancahas quotedlast month
    Mileva no podía aceptar de buenas a primeras que esas condiciones fuesen reales. Sólo lo comprendió cuando su cuerpo le dijo que así era. Sólo cuando sintió un vacío en el pecho; cuando se quedó sin respiración; cuando su corazón empezó a saltar como un gato enfurecido que pega arañazos, buscando salírsele del tórax; cuando sintió el dolor que conocía tan bien. Sabe que el dolor es su medida de la realidad, su fiel recordatorio.
  • Debora Salamancahas quotedlast month
    El dolor me advierte. Si me duele, al menos sé que sigo viva
  • Debora Salamancahas quotedlast month
    Tras mandar a los niños a la cama, Mileva le contó que se había peleado con Albert porque este había alquilado el piso donde vivían: «¿Cómo ha sido capaz de hacer algo así sin decirme nada? Quiere obligarnos a volver a Zúrich», le aseguró. No le dio más detalles, incluso en esa situación se contuvo. No le contó que le habían llegado rumores de que Albert estaba enamorado de su prima Elsa.
  • Debora Salamancahas quotedlast month
    Las pretensiones de Albert habían despertado en ella algo que no sentía desde hacía tiempo: el orgullo.
  • Debora Salamancahas quotedlast month
    Necesitó una gran entereza de ánimo para asistir a cada clase, para no abandonar. Practicaba la indiferencia. Le interesaba demasiado la física como para ceder por culpa de quienes eran inferiores a ella, de mediocres que se comportaban como si fuesen omnipotentes sólo porque habían nacido hombres. Y eso que, a diferencia de ellos, Mileva había quedado exenta de pagar las tasas académicas por sus brillantes notas.
  • Debora Salamancahas quotedlast month
    utilizaba la palabra extraña y debía ser consciente de que la iba a herir más que cualquier otra. Le anunciaba que se comportaría con ella como «con cualquier otra extraña». Ni siquiera le ofrecía una relación amistosa, sino comercial.
  • Debora Salamancahas quotedlast month
    Mileva ha sido su compañera de estudios. Su colaboradora. El amor de su vida. Luego su esposa y la madre de sus hijos. Y ahora la trataba de extraña. Hay algo en esta palabra que dolía bien adentro, de verdad. Incluso más que todas sus condiciones y reglas. Le conoce desde que él tenía 17 años, cuando apenas le despuntaba el bigote. Conoce la inseguridad que oculta bajo su comportamiento irreverente y sus burlas. Era un chiquillo inadaptado y patoso que, en ella, había encontrado a una protectora. Nadie había estado nunca más próximo a Albert que ella. Ni su hermana, Maja, ni su madre, Paulina.
  • Debora Salamancahas quotedlast month
    Acaso dos personas que viven juntas tanto tiempo pueden volverse extrañas la una para la otra? Puede ocurrir que ya no se entiendan, que otras personas entren en su vida y la transformen, pero no que se conviertan en perfectos extraños.
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