Betina hablaba bastante, o farfullaba y se hacía entender. Así ocurrió que una noche de reunión de familia en la que no nos permitían estar por falta de modales especialmente durante las comidas, mi hermana gritó con voz de trombón: mamá, me sangrea la cotorra. Estábamos en la habitación de al lado a la del ágape. Vinieron una abuela y dos primos.
Yo les dije a los primos que no se acercaran a la sangrante porque podían embarazarla.
Todos se fueron ofendidos y mamá nos pegó a las dos con el puntero