Delphine Horvilleur

ada uno de los cadáveres diseccionados narraba la vida de un hombre o de una mujer, una vida ciertamente compleja y atormentada hecha de trascendencia y superficialidad, de las decisiones —acaso tomadas el mismo día— de contribuir a la ciencia y de pintarse las uñas.

En otras palabras, el cuerpo humano se esculpe a través de la muerte de los elementos que lo componen.

Por tanto, le debemos la vida a la muerte que se obra en ella.

al vez hubiéramos olvidado lo más esencial: explicarle a una chica que su madre se había ido para siempre.

En una cita muy célebre, André Malraux afirmaba que «la tragedia de la muerte es que transforma la vida en destino».

a muerte suele ser una tragedia, al menos cuando sucede en un momento que para nuestras conciencias resulta inconcebible,

No contar nunca la vida a partir del final sino a partir de lo que en ella se creyó «sin fin

o me imagino que he sido asesinado y que todos los días paso por delante de algo que me recuerda lo horrible que es que te hayan matado y no creo que me gustara.

y muchas maneras de narrar la vida de quienes nos deja

Lo que sea con tal de que en nuestro entierro se nos permita no ser reducidos a nuestras muertes y transmitir cuán vivos estuvimos en vida.