Huele el aroma familiar que despide el agua en contacto con su piel; inspira más hondo y Melina se frota los labios. Está leyendo un libro de poemas mientras le escribe una carta a su padre. Empieza describiendo la estatua de una diosa que ha visto en el museo de Atenas. Nunca llegará a poner esos pensamientos por escrito; se quedarán ahí, perfectos, sin salir de su cabeza.