piel y hueso. Maúlla como si estuviera dolorido. Le acerco el plato de comida, da media vuelta y sigue con su lamento por el pasillo. Llega a la puerta de calle y pide salir. No jodas, López, digo con énfasis; afuera está lloviendo y no conocés el jardín. Desde nuestra llegada habrá salido dos veces como mucho. Me ilusioné cre