Un día, Bandica hizo llamar a los magos y sabios de la corte. Les dijo que su corazón moría de pena y que su única esperanza era encontrar la manera de ver de nuevo con vida a su amado. Por eso les consultaba a ellos, que todo lo sabían, para que le enseñaran la forma de remontar las aguas del tiempo hasta los días felices en que su esposo el rey aún vivía. Los magos se miraron con impotencia. Todo esto ocurría en tiempos muy lejanos, cuando el mundo era tan joven que aún estaba lleno de prodigios y hechos asombrosos; pero no tanto como para que simples mortales supieran rebobinar las ruedas del tiempo, cuyos ejes sólo conoce el Altísimo.