Quiero que mi madre ahora mismo se sienta culpable de lo que ha pasado. Porque debería haberme protegido más. Guardarme dentro, dentro, dentro de su perfumado marsupio. Mi madre, pálida, no despega los labios. Hoy recuerdo que ella nunca entraba sola en los bares. Ni se atrevía a ir al cine. Casi ni salía de paseo si no era del brazo de mi padre. Pero entonces yo no veía todas aquellas cosas. La culpaba a ella. La retaba. Depositaba en ella los monstruos y las ligaduras.