Como planteó el psiquiatra Harry Benjamin a fines de los años cuarenta, los cuerpos equivocados no existen y asumir lo contrario implica afirmar que la identidad de género de las personas trans es una patología, un «desajuste» entre su cuerpo y su identidad que puede resolverse mediante su transición, y no una libre elección en base a la autodeterminación de las personas.