Pero el año mundialista es laxo con nuestras reticencias y ofrece licencia para desbarrar y pintarse la jeta color bandera y hacerse baba de ola y truene de matraca y convencernos de que sí se puede aunque nunca se haya podido y que aun cuando se pueda, si llega a poderse, nos vamos a tomar una licencia para desbarrar y mandar todo a la matraca porque en realidad lo que queremos es cantarle a lo imposible.