El trabajo cotidiano se suma al ámbito familiar, y ello reporta un doble desafío: por un lado hacer de la empresa un lugar donde la rentabilidad no solo sea óptima, sino segura y pueda crecer cada vez más. Por otro lado, equilibrar las relaciones familiares de modo tal que cada uno de sus integrantes pueda formarse, perfeccionarse, desarrollar las diferentes potencialidades para crecer como personas y como empresarios también.