Conocí a Jamie el verano pasado, cuando Ari y su amigo Camden comenzaron a salir. Conectamos y en verdad me gustó, hasta que me dijo que no pensaba en mí de esa forma. Luego, una vez que me fui a Europa, me envió una de sus fotografías. Le envié una en respuesta, y durante los últimos meses hemos mantenido la clase de correspondencia que hace que te obsesiones con tu buzón y lo odias, lo odias, lo odias, pero lo amas.