El mundo que vemos afuera es una proyección de una decisión que tomamos en nuestras mentes. Por lo tanto, si no nos gusta lo que percibimos, tenemos que cambiar la decisión. Esto significa cambiar de maestro, cambiar al ego por el Espíritu Santo. No intentamos cambiar lo externo, porque en lo externo no hay nada que cambiar. ¿Por qué molestarnos en cambiar una sombra, cuando todo lo que tenemos que hacer es cambiar la manera en que la percibimos? Así pues, leemos:
No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él**. La percepción es un resultado, no una causa