40 por ciento de los niños estadounidenses vivirían como mínimo una experiencia potencialmente traumática antes de cumplir dieciocho años: aquí se incluye la muerte de un progenitor o hermano, malos tratos físicos o desatención regulares, abuso sexual o la experiencia de un accidente grave, desastre natural, violencia doméstica o algún otro tipo de crimen violento.