Desde 2014, con el Primer Ministro Narendra Modi –un ávido promotor y practicante del yoga– al timón de la India, la cuna del yoga ha comenzado a tener mayor peso en el escenario mundial. (6) La sugerencia de Modi de crear un Día Internacional del Yoga para promover la armonía mundial y la paz interior y exterior fue apoyada por cada país de las Naciones Unidas, y ha ayudado a la India a recuperar su lugar de preponderancia en el mundo del yoga. Aunque algunos dicen que la India nunca perdió su contacto con el yoga, a finales de los ochenta pasé mucho tiempo viajando del norte al sur de la India buscando profesores de yoga, y encontré muy pocos. En 1990 había solo dos o tres escuelas de yoga en Mysore; en la actualidad, hay cerca de cincuenta. Mysore hoy es considerada una de las capitales del yoga en la India, y esto se debe en gran parte a la influencia de Pattabhi Jois. El escenario del yoga en la India ha cambiado dramáticamente.
El yoga llegó a Estados Unidos en el siglo XIX y se incorporó considerablemente a nuestra cultura. Aunque al principio los norteamericanos estudiaban los textos yóguicos –Ralph Waldo Emerson amaba la Bhagavad Gita– muy pocos practicaban yoga. Sin embargo, en el breve período de un poco más de doscientos años, millones de millones de personas de todos los ámbitos de la sociedad comenzaron a practicar yoga, y no solo aquellos que pertenecían a algún camino espiritual en particular (en 2017 se estimó que 36 millones de habitantes de los Estados Unidos practicaban algún tipo de yoga).