Todo ese fin de semana, mientras me presentas a tus compañeros de clase y abrazas a todo el mundo sin cesar, yo estaré prácticamente muda de asombro. No puedo creer que tú, una mujer adulta más alta que yo y tan hermosa que me duele el corazón al verte, serás la misma niña que levantaba en brazos para que alcanzases la fuente, la misma niña que salía de mi dormitorio envuelta en un vestido, un sombrero y cuatro bufandas robadas de mi armario.