Luisa Borovsky

Juana, que conoció el hastío en las escuelas para niñas creadas a instancias de Rivadavia –y optó por ser autodidacta–, apoyó los proyectos innovadores que promovía Sarmiento entendiendo la educación como una cuestión social: la enseñanza para hombres y mujeres de todas las clases sociales haría posible el progreso.

Los viajes de Juana Manso son parte de una biografía intensa, de un apasionado recorrido interior. Materia apta para escribir novelas románticas, ella la utilizó como estímulo para una escritura comprometida, que fue respondida con ataques, críticas e injurias. A los que la llamaron “fracasada” les respondió que su triunfo fue “haber tenido el coraje de decir la verdad, toda la verdad”.

Su triunfo fue no claudicar y abrir caminos.

En 1905, murió a causa de la difteria esta mujer osada y fervorosa que, adelantándose a su época, se había atrevido a emprender aventuras “de hombres” y a escribir obras como la utopía feminista Gloriana o La revolución de 1900, con “la esperanza de que una sincera inspección de los males persistentes en la sociedad conducirá a su destrucción de la única manera posible, es decir, otorgando a las mujeres los mismos derechos que poseen los hombres”.