Sin embargo, como no hay mal que dure 100 años, el entorno económico externo dio un vuelco positivo a partir de 2002 y comenzó la fase 4. Aunque pueden argumentarse distintas razones, existe consenso en que el determinante fue el crecimiento de China a tasas por encima del 10% anual. El gigante asiático necesitaba una gran cantidad de materias primas, como metales, petróleo y soya, para sostener ese ritmo de crecimiento.