María Cristina Hall

No. No me asusta. Como si mi propia muerte no estuviera de mi lado.

ironía que aquello por lo que se me enaltece es lo mismo por lo que alguien puede echar mi vida al tambo.

Me habito desde lo que es el honor profundo de vivir este cuerpo y sentir en él la fuerza

caótica de lo inmenso. Me permito ser más allá de mí, en la vastedad de todo lo que vive y siente.

Hay cosas que se sienten mejor que la fama y el reconocimiento. Quiero decir: tengo un deber más alto que la hermosura.

Quizá la tristeza nunca se irá, pero al menos entendí que el duelo no es la ausencia de alegría.

Frankenstein habla de la monstruosa potencia y el potencial monstruoso de quien pierde el miedo.

qué es la normalidad, sino esa norma que nos exige jugar ciertos roles como mujeres: que nos exige estar contentas, ser felices y agradables, guapas, bien portadas, calladitas, blancas, flacas,

Todos piensan que escribir es un acto rodeado de belleza, que la inspiración te llega cuando estás sentada en tu cama limpia y perfecta, con tu ropa limpia y perfecta mirando las horas pasar mientras el sol se pone. Aquí no hay a dónde mirar. La ventana da a un terreno baldío al que le siguen leguas de grava pelada

nuestra esclavitud es sumamente cosmética. Seguimos limpiando los pisos de los blancos pero ahora en trajes Gucci y con detergentes ecológicos. Qué ironía que nos adornen para sus fotos en sus revistas con prendas tan lindas, tan caras y tan limpias mientras nuestros cuerpos siguen apareciendo cada mañana en bolsas de basura. Qué ironía que aquello por lo que se me enaltece es lo mismo por lo que alguien puede echar mi vida al tambo.