nuestro mundo está diseñado cada vez más por las máquinas y para las máquinas. Pero lo que funciona bien para las máquinas no funciona bien para las personas.
El lenguaje y las imágenes que utilizamos para describir nuestra relación con la tecnología son reveladores. Hablamos de «ahogarnos», de sentirnos «paralizados» o de tener que «desintoxicarnos». Como dice el escritor Pico Iyer: «Lo único que no nos puede dar la tecnología es el conocimiento para hacer el mejor uso posible de la tecnología». Pero, a pesar de ello, la tecnología digital se entromete cada vez más en nuestra intimidad. Puede que tengamos los teléfonos en la palma de nuestra mano, pero son ellos los que nos tienen bien agarrados.
Nos estamos adaptando a las máquinas y nos regimos por sus mismos patrones