mantis religiosa
nos multiplicamos. recortando mapas de nuestra piel enroscada en los huesos como una vegetación de la antigua mesopotamia en la que los beduinos y los camellos encuentran cobijo. extendemos el desierto hasta los oasis del éufrates. y hasta el tigre. mojamos nuestra esperanza en algún que otro animal cercano que sacrificamos. de su sangre nos confeccionamos precipitaciones. medimos nuestra ira con los labios. cada vez más cerca. cada vez más insistentes. como en las bodas de las monjas nos acoplamos. asegurando la perpetuación de la especie nos devoramos