ARAÍZ DE LA MATANZA DE CLAUDIO VENEGAS, Yucatán entró, al menos hasta 1857, en una etapa de luchas intensas entre blancos y mayas, pues los indígenas no depusieron las armas. Encabezados por Bonifacio Novelo, comenzaron a dedicarse al asalto en las inmediaciones de Valladolid. Se intentó controlarlos por la vía armada, pero se refugiaban en los montes, de donde salían de vez en vez para continuar con sus ataques. El desorden cundía en Yucatán. Indígenas y núcleos de fuerzas pronunciadas desparramados por los montes se dedicaron a saquear pueblos, y el ejército, desorganizado, era incapaz de someterlos. Las finanzas públicas se encontraban en bancarrota más que nunca; en fin, el aparato estatal estaba en una situación crítica y caótica. En este ambiente, el 24 de mayo de 1847 Santiago Méndez y Domingo Barret convocaron a una “Junta de Notables” que, con el título de asamblea extraordinaria, llamó a elecciones para el 1° de julio.
Pero pocos días después, el 18 de julio de 1847, en la hacienda Culumpich, propiedad de Jacinto Pat, se descubrió que éste conspiraba junto con Bonifacio Novelo, Cecilio Chi y Manuel Antonio Ay. El último fue detenido, y el día 26 se le pasó por las armas. Fuerzas militares se dirigieron a capturar a los demás líderes, pero al no encontrarlos saquearon el pueblo de Tepich, ultrajaron a una niña de entre 10 y 12 años y fusilaron a cuatro indios por “conato de conspiración”. Cuatro días más tarde Chi, cacique de ese pueblo, al grito de “mueran los blancos”, según el Diario Oficial, lo incendió y asesinó a 30 familias. Con esta acción se iniciaba la llamada Guerra de Castas. Cuando la conjura fue descubierta, los líderes aún no se habían puesto de acuerdo en cuanto a sus intenciones. Ay, antes de ser pasado por las armas, se había pronunciado por expulsar a los blancos de la península; Chi, por eliminarlos; Pat, cacique de Tihosuco, por imponer a Miguel Barbachano como gobernador, y Novelo, por reducir la contribución personal a un real