Marcelo Cohen

  • Ulises Cremontehas quoted2 years ago
    Pero posiblemente se trate de algo más. Al fondo hay un cielo en carne viva mordido por lomas negras. A la izquierda, los remates de grupos de edificios como pacíficos monumentos funerarios. El aire tiene cierta consistencia, como una piel sedosa con zonas de sarpullido.
  • Ulises Cremontehas quotedlast year
    Se llena los pulmones de aire crudo
  • Ulises Cremontehas quotedlast year
    que acaso no solo sean para uso personal
  • Miguel Guisahas quoted4 months ago
    Como si de golpe, Dios te pasara una pelota, y te batiera, tuya, jugála. Entonces, qué vas a hacer, tenés que jugarla. Si no, no sos un hombre. Si no, no sos vos. Sos una mentira, un preso, qué sé yo. No sé cómo decirte.
  • Miguel Guisahas quoted4 months ago
    El criterio de Mandeb parece apenas sentimental, pero es también estratégico. Uno juega mejor con sus amigos. Ellos serán generosos, lo ayudarán, lo comprenderán, lo alentarán y lo perdonarán. Un equipo de hombres que se respetan y se quieren es invencible. Y si no lo es, más vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los extraños o los indeseables.
  • Miguel Guisahas quoted4 months ago
    la voz emitida públicamente se anima de otra fuerza, se enamora de su propio arrallo y termina haciendo su propio juego.
  • Juliana Jaramillohas quoted3 months ago
    Mi protesta zanja el asunto. Salgo de la urbanización y en pocos minutos me encuentro en la terminal de autobuses de Ojodu-Berger. Son casi las nueve y media de la mañana y el lugar es un hormiguero. El deseo de mi familia de separarme de la vida de la ciudad es tan fuerte como el mío de conocerla. El danfo, empresa de transportes de las masas, es el símbolo perfecto de nuestra disputa. En la parada de autobuses convergen las energías de la vida de Lagos: creativa, malevolente, ambigua. No hay mejor sitio para averiguar qué es lo que añoraba todas las veces en que añoraba el hogar.
  • Juliana Jaramillohas quoted3 months ago
    El típico danfo lagosense es amarillo, decrépito y tiene catorce asientos: dos delante, junto al del chofer, y tres filas de cuatro cada una. Lo lleva un equipo de dos hombres: el chofer y el cobrador, también conocido como chillón. En las paradas finales típicas, como las de Ojota, Yaba, Ikeja u Ojodu, los gritos de los chillones colman el aire. Tienen que llenar los catorce asientos lo más deprisa posible y arrancar hacia su destino.
  • Juliana Jaramillohas quoted3 months ago
    Lo del chillón no es un trabajo. Es una forma de estar en el mundo, un destilado de pura actitud: el pecho hinchado, el cuerpo flexible, la mandíbula colocada para que no haya obstáculos. En todo chillón se ve el mismo talante de no estar bromeando, el genio irascible, la tendencia a hacer de cualquier conflicto una pelea. Hay un pavoneo en su paso, una arrogancia. Son los despabilados originales de Lagos, algunos de ellos chicos de catorce años. Por la noche no se van a casa ni dejan de ser chillones. Lo llevan en el alma.
  • Juliana Jaramillohas quoted3 months ago
    Claro que el lagosense corriente tiene que compartir esta actitud. El lenguaje corporal callejero tiene que ser de seguridad lisa y llana. La cara o el paso vacilantes llaman la atención, y la atención es mala. Cuando hay contacto visual, el mensaje para el extraño debe ser inequívoco: «En serio, mejor no te metas conmigo». En estas calles abundan sujetos a la búsqueda de víctimas. Gente con un desarrollado olfato para reconocer la debilidad.
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