Sermón desde el cadáver largo de las vías del tren
Para Balam Rodrigo
Como bestias cansadas que se montan en otra bestia, subimos al
[tren para no caer
pero seguimos cayendo.
El olor a velorio nos acompaña y es cara su compañía: un brazo
[o una pierna
pero no nos importa porque ya estábamos incompletos.
Desde el lomo de ese animal aletargado como el odio y el amor que nos empuja hacia un país que no sabemos si nos odiará o amará, escuchamos, no el llanto de la familia, ni la conciencia que enmudeció como la patria abandonada, escuchamos la voz de Dios y la de un poeta que dicen al mismo tiempo: Síganme.