Primero intentó afear a Marfa obligándola a hacer las tareas más duras de la casa para que se le torcieran las manos, se le encorvase la espalda y se le surcara el rostro de arrugas. Pero Marfa era fuerte y tal vez poseyese algo de magia, pues cumplía sus tareas sin rechistar y con el paso de los años se volvió cada vez más encantadora