Morfeo agarra a Jeb por el chaleco y lo obliga a ponerse en pie. Jeb se tambalea, desorientado por la ceguera. Usa todas sus fuerzas con las esposas de las manos. Da patadas a ciegas para defenderse.
Morfeo gira su mirada hacia mí, con las profundidades negras llenas de tanto remordimiento que sé lo que va a decir antes de que lo diga